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¡No es el fuego el que destruye la Amazonía, es el capitalismo !

Déclaration - 25 août 2019

Los grandes incendios que están ocurriendo en la Amazonía no son una coincidencia. Tampoco son el resultado de una sequía más severa que en años anteriores, ya que el año en curso fue normalmente húmedo en la selva amazónica.
Están directamente relacionados con la expansión de la frontera agrícola, ganadera y sojera, así como con la expansión de las operaciones petroleras y mineras. Los incendios son actos terroristas organizados para acelerar la deforestación en beneficio de los grandes monopolios imperialistas, bajo la protección del nuevo Presidente Bolsonaro.

La competición se está volviendo feroz a nivel mundial entre los tiburones de las principales potencias.
En la Amazonía, los monopolios agroalimentarios en funcionamiento son Cargill, el principal monopolio de la soja transgénica estadounidense, JBS, empresa brasileña, el principal procesador de carne del mundo, y AgroSB, un mega criador brasileño con enormes ranchos. Además de la deforestación y la comida chatarra, se acusa a estas empresas de practicar la esclavitud para maximizar las ganancias, reducir los costos y así ganar participación en el mercado mundial de exportación.
El petróleo amazónico, en Brasil, Venezuela o Ecuador, es Texaco, Chevron, Petrobras, PDVSA, BP o Total que prospecta en el Delta Amazónico. Es la contaminación y la intoxicación de las poblaciones.
La minería, la extracción de oro o metales (cobre, coltan etc.) son empresas canadienses, chinas, rusas, sudafricanas o estadounidenses que destruyen la selva, lo contaminan con arsénico o mercurio incluso en parques naturales protegidos, y también en la Guayana Francesa.
Esto es lo que es el imperialismo en la era de la globalización liberal.

Marx ya denunció en el capitalismo tanto la destrucción de la integridad y la salud de los trabajadores como la destrucción de la naturaleza. Tenemos pruebas claras de ello ante nosotros.
Macron puede hacer teatro suspendiendo temporalmente el acuerdo con Mercosur en el G7, no olvidemos que rechazó la prohibición del glifosato. No olvidamos los proyectos mineros en la Guayana Francesa, que se están llevando a cabo de manera muy discreta. No olvidamos la continuación de la energía nuclear.

El capitalismo es competición y guerra económica globalizada. Es la explotación cada vez más feroz de los trabajadores y la destrucción acelerada de la naturaleza. El sueño de un capitalismo con rostro humano, bajo control estatal, se desvanece en los humos de la selva amazónica.
Ha llegado la hora de una lucha anticapitalista, es decir, de una sociedad libre de explotación y competición, basada en la solidaridad, la satisfacción de las necesidades de los trabajadores, ahorradora y respetuosa de la naturaleza. Imaginar el capitalismo responsable es una ilusión que sólo nos lleva a un callejón sin salida.
Queremos poner fin a los monopolios imperialistas y a los gobiernos que los mantienen y defienden, desde Trump hasta Bolsonaro, desde Macron hasta Putin o Xi JinPing.
¡Así que ha llegado el momento de construir la alternativa revolucionaria y anticapitalista !

¡El capitalismo destruye al hombre y al planeta !

¡Somos verdes porque somos rojos !

Somos la naturaleza defendiéndose, ¡vamos a organizarse contra el imperialismo !

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